España vive un parón. En la actualidad, miles de españoles vivimos momentos complicados tras declarar el Gobierno, el día 14 de Marzo, el estado de alarma a todo nuestro territorio nacional ocasionado por el COVID-19 (Coronavirus).

Este estado de alarma nos hace que permanezcamos en casa un mínimo de quince días, ampliable por votación en el Congreso si fuera necesario que, viendo los datos y la situación, así se hará.

Esta situación nos llega en plena cuaresma, teniendo que suspender por parte de nuestro cuartel el cuarto y quinto Sábado de Cuaresma, y más adelante cancelando el resto de Cuaresma y Semana Santa.

¡Qué gran palo hermano! Que un mal virus, malditamadre bicho, nos deja sin Cuaresma y Semana Santa. Pues bien, te voy a dedicar unas letras que espero se te queden grabadas y no vuelvas a hacernos esto canalla.

Nos estás dejando de poder levantarnos un Sábado de romanos para ir a comprar la comida que con tanto cariño nos hace Lola y Curro. De ver cómo podemos montar las mesas para estar más cómodos, enfriar el vino o tener la barra sin un pelo de polvo para la cerveza previa. Nos dejas sin poder llegar al cuartel y abrazarnos, de reírnos con el hermano, de alguna bullanga cuando te visita un cuartel. Nos dejas sin subir a ver al Patrón, de bajadas y paradas alegres con un brindis por los que estamos y por los que no. De quitarle el privilegio al hermanito que levanta la pata. Nos quitas el Sábado de Padres, que tanto esperamos cada año, de tantos sentimientos que nos inundan estos días.

Gracias malditamadre. Todavía no he terminado, espera que te vas a enterar de la Semana Santa que nos quitas.

Un sábado de pasión con nuestras mujeres, con las madres de nuestros hijos. Un Domingo de Ramos, ¿tú sabes lo qué es eso? no te haces una idea. Impolutos calle abajo para llegar al cuartel y disfrutar del comienzo, del mejor Domingo del año. Allí, cantamos, reímos, nos abrazamos, nos damos cariño, incluso lloramos de emoción. El sorteo de figuras, chascarrillos por cambios de turno y alegrías del turno a cumplir. Otra subida y bajada, y nuestro flamante hermano ejemplar. Llega el Martes y, no es un Martes más, salen nuestros titulares, y aunque algo nos cueste siempre disfrutamos la tarde-noche, porque no sé cómo, pero todos los de la fila nos volvemos para verle la cara por un momento al Rey de los Judíos.

Llega el Miércoles, Jueves y Viernes Santo, casi nada forastero malo (coronavirus). Cuando bajamos con el tunicón al brazo, el olor del algodón de las túnicas y el azahar hacen que la calle tenga otro aroma diferente. Túnica, cuarteleras, brindis derramados y abrazos se hacen hueco en estos días. Este año no nos verá La Humildad en su casa como cada Miércoles Santo para rezarle y cantarle. Un Jueves Santo muy diferente, dejarás a cuatro hermanos sin su medalla, pero el amor fraterno lo seguiremos sintiendo y compartiendo, aunque no estemos en el cuartel. Nos quitas turnos de figuras, sin ver a nuestro Padre Jesús Preso y darle las gracias por lo que hizo con nosotros, sin nuestras estaciones, no eres bueno. Un Viernes Santo que nos dejas sin poder vivir y sentir, sin poder levantarnos con la brisa mañanera y escuchar el silencio de Jesús por sus calles, sin poder ir al desayuno con las figuras, una copa de anís, un ochío o un bocado de bacalao que marca la túnica, ¡estamos a Viernes Santo! Esas reverencias a nuestro Terrible que este año nos quitas, ¡si tú supieras lo que es eso! Mediodía, carrefila de colores y música adornan la calle Don Gonzalo con un final de Pregón. Forastero malo, por la tarde nos vamos a Jesús, allí esperamos a las figuras que, subiendo calle Aguilar y Amargura, llegan al Pórtico para reverenciar de nuevo al Patrón. La fría sangría nos introduce en el embrujo de la noche que nos atrapa y seduce cada año. Las puertas del templo se abren para un cortejo que sin un orden lógico todo tiene su sentido. Noche del Viernes Santo, todo el cuartel envuelve a una triste mesa por la última junta, pero felices por otra noche más de Viernes. Suena el ronco tambor para que hermanos canten, otros brindan, otros lloran y otros preparan la alpatana con líquidos de la tierra, otros y uvitas. El Sábado de Gloria no hacemos nada, pero ya que este año nos has quitado días el año que viene puede ser que nos juntemos también este día. Y, por supuesto, el Domingo de Resurrección temprano al desayuno para vestir a los Doctores en el último desfile del año. Otra larga fila de hombres con grandes corazones y cuerpos tocados de la semana se disponen subir calle Aguilar hasta llegar al Tropezón para volver al cuartel y celebrar la junta. Y tantas, tantas cosas que no te voy a contar porque se quedan en nuestras paredes.

Forastero intruso, si tú supieras todo lo que nos has quitado, todos los momentos que nos has robado, pero tranquilo que volveremos, saldremos más unidos y fortalecidos de este parón. Volveremos a llenar las calles, a subir y bajar, a ponernos el tunicón, a abrazarnos más que nunca, a besarnos y demostrarnos que estando unidos, que nada podrá con nosotros.

Animo a lo de siempre, pero ahora más que nunca, aprovechemos el cuartel, aprovechemos cada acto, actividad que se organice. Es ahora cuando nos damos cuenta que en cualquier momento no podemos disfrutarlo. Vamos a organizar cosas, vamos a juntarnos y vamos a unirnos durante el año para el colofón de la Cuaresma y Semana Santa.

Por último, forastero travieso espero que pronto desaparezcas de nuestras vidas, nos dejes tranquilos, ¡que estábamos muy bien antes hombre!, déjanos vivir con la alegría que vivimos. Puede ser que nos dejes también sin la Semana Santa Chiquita, dejes a nuestros niños sin su semana, pero bueno, aguantaremos unidos.

¿Quién ha invitado a este forastero hombre?

«…¡Hermanos! momentos difíciles, hombres fuertes.
¡VIVA EL CUARTEL!…»


Javier Urbano Estepa

Hermano de la Corporación

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