Apenas sin darnos cuenta y sin tiempo para digerir lo acontecido con los peques de la Corporación del pasado 5 de enero nos situamos en el comienzo de una nueva Cuaresma. El transcurso de este primer mes del año ha sido algo atípico, con temperaturas primaverales, como si todo quisiera empujar a la llegada de una nueva Semana Santa.
Damos paso así, solo 48 horas después del gran reencuentro con la Mananta a disfrutar de un primer sábado de Carnaval, que como todos ya sabemos y no hace falta detallar en estas líneas, es el típico adelanto a todo esto que sólo se vive en la Puente, la tierra de Nuestro Padre Jesús Nazareno.
Nos disponemos a degustar las primeras viandas preparadas y servidas con ese esmero y cariño especial por nuestro equipo de cocina y sala, quienes tras ataviarse de forma uniformada por el detalle recibido por la Corporación y escuchar las palabras de nuestro presidente hacia ellos, no les es fácil disimular la alegría con la que trabajan en casa.
Un servidor, ante la ausencia del hermano Luis y la petición del presidente Javier, es el encargado de llevar el orden de la mesa, dejando libertad a los hermanos a intervenir durante el transcurso de la noche. Destacar, que los primeros invitados en llenar nuestra mesa son los acompañantes de nuestro hermano José Ramón, quienes nos visitan año tras año, dejando muestra de su agradecimiento por la acogida en una intervención más que acertada por parte de uno de ellos. ¡Gracias por querer seguir viniendo siempre a casa!
Unas palabras de Javier Urbano hacia el recién incorporado hermano de prueba José Priego y quién nos detalla la imposibilidad de Rubén Barcos de asistir por unos problemas de salud (desde aquí deseamos su pronta recuperación, pronto lo tendremos disfrutando de la Mananta), sirven para abrir el camino hacia el Calvario. De la mano de José y Daniel Aguilar, vamos degustando ese manjar del pueblo vecino de Moriles buscando otro nuevo encuentro con él, nuestro Patrón.
Una vez en el empedrado, disfrutamos de unos cánticos junto a las ya tradicionales Corporaciones que nos situamos cerca de ellas rezándole al Terrible.
Es hora de volver a casa, de seguir sintiendo en la mesa. Tras unas cuarteleras y coreadas decido presentar al hermano Roberto Aguilar, siendo objeto de su intervención la entrada de su hermano Daniel a la Corporación, trayendo hermosos recuerdos de su etapa anterior en la segunda generación de La Sentencia. ¡Qué maravilla poder disfrutar ambos hermanos juntos en la mesa!
De repente, un silencioso y oscuro salón comienza a derramar los últimos coletazos de magia de la noche. Es un momento respetuoso y muy especial en nuestra Corporación. Cada año, sábado tras sábado lo vivo con un entusiasmo y felicidad exultantes, ya que escuchar las merecidas palabras del presidente hacia el hermano premiado es algo que nunca debe perder su encanto y nos hace ser especiales en la forma de vivir nuestras tradiciones. Esta vez, y después de 8 años, me tocó a mi coger rumbo hacia la Vieja. No pensaba de ninguna manera que en el pensamiento de nuetro presidente estuviera otorgarme esa primera pata de Carnaval. Sus palabras se fueron adentrando en mi corazón y una emoción vibrante hizo que mis ojos se impregnaran de brillo.
La situación personal, gracias a Dios que no es nada de salud, me impide estar todo lo que quisiera por mi Corporación. La verdad que hecho de menos el poder ayudar más y estar al pie de mi Sentencia y Doctores en todo lo necesario.
Doy gracias al Señor de los Afligidos por todo el cariño que me dan mis hermanos de Corporación, cualquier invitado que pisa nuestra casa, que es la suya también, por poder darle vida a unas figuras Centenarias y disfrutar de ellas junto a vosotros y por permitirme vivir un sueño que dura ya casi 25 años.
¡Muchas gracias hermanos, muchas gracias presi!
¡Viva la Sentencia de Jesús!
¡Viva los Doctores de la Ley!
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