Pistoletazo de salida a la Cuaresma pontana, aquella reflejada en el cartel de la Semana Santa en forma de Vieja Cuaresmera que abre el telón de lo que viene después.
No se me ocurre mejor inicio de este pequeño relato sobre el Sábado de Carnaval, ya que comenzó este con la mesa coloquio de los pintores cartelistas de la Semana Santa de Puente Genil. Acto encuadrado en el programa del XXV aniversario de la refundación de nuestra corporación. Presentes autoridades, pregonero de la Semana Santa, Manantero Ejemplar y hermanos y amigos de la corporación, los pintores Antonio Carmona, Javier Aguilar, Jesús Berral y Moisés González llevaron a cabo una interesante charla moderada por el incombustible Juan Ortega.
Un acto cuya hora y media larga de duración se quedó corta para muchos. Posteriormente, disfrutamos todos los presentes de un piscolabis de pie en el salón de nuestra corporación. Al cabo del rato, los que quedamos, ya que muchos tenían otros quehaceres y se fueron marchando, nos sentamos en mesa y almorzamos un potaje que daría las energías justas y necesarias para aguantar lo que quedaba de día.
La tarde transcurrió entre copas y tertulias de todo tipo, con especial mención al fútbol, esa temática siempre presente donde las pullas y las risas van en todas direcciones.
Como suele ocurrir en este tipo de días en los que todo ocurre en un lapso de tiempo inesperadamente corto, señal de cómo lo está pasando uno, comenzaron a aparecer los hermanos que asistirían a la cena de Sábado de Carnaval.
Poco a poco nos vamos poniendo al día entre hermanos sobre nuestras vidas, problemas y situaciones varias. Esos momentos en los que vuelves a apretar el lazo que te une a ellos, que con el tiempo y la distancia se había ido aflojando.
Sin darnos cuenta pasaban ya las nueve de la noche y tocaba sentarse en mesa. Un maravilloso tapeo cargado de víveres, brindis, cuarteleras y cánticos, entre los cuales, como no podría ser de otra manera, no faltó “Un pueblo muy especial”.
Dada la demora en un Sábado como este, cargado de emociones, la subida fue algo distinta y se notó cierta dispersión en el Calvario. A la bajada se suprimió la parada para ir directamente al cuartel, con la intención de no comenzar la cena de forma tan tardía.
La cena transcurría de forma habitual, con cánticos, intervenciones, brindis y tertulias. El presidente, Antonio Luque, tomó la palabra y en un discurso con un guiño a mi persona hablando la evolución histórica y humana, hablando del orden cronológico de las cosas y tras cinco versos directos a mi corazón, tuvo a bien otorgarme la pata correspondiente al Sábado de Carnaval.
Mis palabras de agradecimiento brotaron solas. Iluso de mí al pensar que la distancia aflojaría el lazo con mis hermanos del que hablaba líneas arriba. Las palabras que dije fueron para agradecer al grupo humano de la Sentencia de Jesús su esencia misma. Su ser. El prestarme ayuda y darme consejo. El servir para mucho más que para echarse unas risas. Y creo que es por esto por lo que hemos llegado donde estamos. Y siempre, desde lo personal, estaré eternamente agradecido.
La noche acabó cerca del amanecer y el día quedaría en el recuerdo, en mi recuerdo.
¡Viva la Sentencia de Jesús y viva nuestra Semana Santa!
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