Diablo Mudo. Llegando al ecuador de la Cuaresma, de nuevo nos esperaba un gran día. Comenzando bien temprano nos citamos en la casa-cuartel para recibir la visita de la Corporación de «Los Ataos» y de «El Pretorio Romano», en nuestro tradicional almuerzo de hermandad entre las 3 corporaciones. El hermano Antonio Luque se encarga de abrir la mesa, hasta la inminente llegada del presidente, dando paso a la bendición de los alimentos por parte de nuestro hermano Luis. Con el transcurso de los minutos se van escuchando las primeras cuarteleras con el ronco tambor y un hermano de «Los Ataos» interviene asegurando que hará lo posible por no faltar nunca a esta jornada de convivencia y, ayudado por la emoción, decide arrancarse para deleitar a los presentes con una saeta. Minutos después el presidente de «El Pretorio Romano» pide la palabra y felicita a algunos componentes de la Corporación de «La Ballena» allí presentes por el 25 aniversario de sus Figuras Bíblicas.
A continuación, después de entonarse algún que otro cántico se lleva a cabo la entrega de las tradicionales «patas» de esta comida, llevándose a cabo entre 3 representantes de dichas corporaciones (Víctor, Miche y Óscar). Para terminar el acto de hermandad, el presidente Óscar agradece a los hermanos Javier Urbano, Luis J. Jiménez y Ezequiel Migueles por haberse ofrecido voluntarios para preparar estos ricos manjares digeridos, y cierra la mesa con el tradicional «SHALOM ALEIJEM».
Después de una tarde entrañable entre amigos llegamos a la noche, donde nos siguen acompañando varios hermanos de «El Pretorio Romano» y se suman un gran número de invitados. A la llegada al cuartel ¡cómo no!, nos fundimos en abrazos y, como es habitual, los invitados que por primera vez llegan a la nueva casa se les enseña y, casi sin darnos cuenta, suenan los tres golpes del martillo que dan paso al tapeo.
Una noche especial donde después de muchos años por fin nos podíamos juntar gran número de amigos de toda la vida y costaleros del Señor de los Afligidos. Como es tradicional, nuestro hermano Luis bendice los alimentos para dar comienzo a dicho tapeo, suena el tambor y empiezan las primeras cuarteleras a cantarse. Nuestro hermano García una vez más, lleva el protocolo de la mesa, quien invita a todos los que deseen ser partícipes de ella. Inmediatamente después, irrumpe en la mesa el hermano Javier Urbano, quién agradece el trabajo desempeñado por el presidente en la dura labor de llevar y coordinar todos los cargos, pidiendo alzar la copa por él. Algo más tarde, pide la palabra el hermano Víctor Pérez, presentando a su invitado con el que compartió mesa en su antiguo cuartel, La Conversión de Dimas. Para terminar la intervención, nuestro hermano tuvo a bien donar un presente para nuestra casa-cuartel. A continuación pide la palabra el presidente de el «Pretorio Romano», para agradecer la acogida y también acordarse de un hermano de dicha Corporación que se encuentra hospitalizado, a quien se le dedica el «Himno de los Ausentes». Otra intervención más corrió a cargo de nuestro hermano Aguilar que juntaba esa noche a su hermano y su padre, habiendo pasado éste último por un bache malo y, ya recuperado, se brindó por su salud y mejoría.
Seguían las cuarteleras y las intervenciones, la última de nuestro presidente que cerraba el tapeo para proceder a la subida al Calvario. La primera uvita como siempre se toma a la salida del cuartel. Este sábado los encargados de llevar la alpatana fueron Emilio y Rafa.
La primera parada la hacemos en la esquina Horno / Veracruz, un gran coro donde se sigue con los cánticos y las cuarteleras. Seguidamente, subimos sin más paradas y, ya en Jesús, se dispersa un poco más la cosa, donde se saluda a las parejas de los hermanos y diferentes corporaciones que están alrededor nuestra. Los encargados de la alpatana reparten uvitas a todo aquel que se acerca. Empezamos la bajada y se sucede la siguiente parada en el Compás del Coro, el antiguo Hospital. En este caso llegamos bien si tener que esperar a ningún cuartel para hacer el coro, ya que esta parada también es muy visitada por gran número de corporaciones y se respeta para poder cantar en orden de llegada. Seguimos hacia nuestra última parada, Plazuela de Lara, donde también hay gran número de corporaciones y siempre hay un saludo y unas uvitas que compartir.
Ya nos dirigimos a casa de nuevo, paramos en el recibidor a ritmo de los cánticos y tertulias, a la espera de que nuestro salón estuviese preparado. Se escuchan los tres golpes y pasamos al mismo, donde ya está todo listo para la cena. De nuevo se bendicen los alimentos y después de ratos de tambor, cánticos, etc., llegamos al final de la cena y, con ello, al momento más esperado.
Se baja la luz, se hace el silencio en la mesa y nuestro presidente se dirige al atril. Dedica unas bonitas palabras para la persona que bajará la pata. Cuál fue mi sorpresa que al acabar dicho texto finaliza diciendo: «un fuerte aplauso para el hermano Javier Matas». ¡Me tocó! Para nada la esperaba y ya son 7, y una pre-pata. Una vez más, mi hermano Luis me ayuda con la lectura del Evangelio de ese día y como no, agradecer esas palabras hacia mi persona y a todos los hermanos de la Corporación, a los que les dediqué unas bonitas palabras. También me acordé en ese momento de mi padre, que desde el Cielo seguro que nos estará viendo. ¡Y como no!, de mi mujer, la cual me apoya y aguanta en este mundo de la Semana Santa, ya que siempre le tengo la casa “empantaná” de chismes, que luego voy colocando en el cuartel. Finalizo recordando que mis hermanos serán siempre mis hermanos, y mis hermanos siempre van a tener a un hermano. Nuestro presidente cierra la mesa con el tradicional “SHALOM ALEIJEM”.
La noche no acaba ahí, los hermanos me felicitan por la pata y ya pasamos a la barra, donde ya tomamos otro tipo de caldos espirituales, y un gran número de hermanos de otras Corporaciones nos hacen visita, para echar un ratito con nosotros. La noche se pierde a través de cánticos y buenas tertulias entre hermanos.
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