“QUOD NATURA SEPONIT, SOCIALITAS COPULAT”, o lo que es lo mismo, “lo que la naturaleza separa, la sociabilidad une”. Este lema, que corona el escudo de Puente Genil y que hace referencia a la unión del Pontón y Miragenil, ambos separados por el Genil, sería perfectamente extrapolable a la situación que vivimos actualmente. Esta vez, la naturaleza se interpone en forma de virus y la sociabilidad, siempre presente en nuestra cultura y transformada en hermandad en nuestra tradición, se abre paso a través de la tecnología.
Es extraño observar a tus hermanos y no poder abrazarles. Es extraño brindar y que no suenen los vidrios. Es extraño un sábado de cuaresma de 80 minutos. La imponente mirada del Señor de los Afligidos hacia una mesa vacía, hacia la quietud y el silencio, estremece el alma. Pero la sociabilidad, convertida en HERMANDAD, hace acto de presencia, por segundo sábado consecutivo, a través de pantallas de dispositivos electrónicos.
Tras la bonita experiencia de Pan y Peces, la cual debo agradecer a nuestro presidente, de nuevo nos disponemos, a las 21h., a unirnos sin estar juntos, a querernos sin abrazarnos, a sentir sin oler ni tocar. Ahora solo bastan la vista y el oído, para ver la cara sonriente de tus hermanos y escuchar sus bromas y cánticos desde sus respectivas casas, con sus respectivas familias. ¿Es suficiente?, posiblemente no, pero en estos días de incertidumbre y pena que corren es, sin duda, un bálsamo reconfortante. En esta ocasión, con menos afluencia que el pasado sábado, tenemos incluso invitados, como “Er Pikiki”, padre de nuestro hermano David Bascón, que se atreve recitar una poesía con menos vino encima de lo habitual. Suena algún cántico y, después de la parada de unos 10 minutos “tras el tapeo” y una “subida” recreada en el balcón o en la cocina de cada uno, volvemos a vernos durante 40 minutos que pasan volando. Ya solo queda terminar de alagarnos por WhatsApp, un ¡Viva el Grupo! y vuelta al silencio de la noche, a la calma.
Se abre ahora una semana previa a nuestra Semana Santa llena de desasosiego, tristeza. Escribo estas palabras en lunes 30 de marzo. Mañana sería el traslado del Señor. La semana que viene no habrá cirios encendidos ni suelos llenos cera; no habrá aroma a incienso o a vino; los hábitos de nazareno y las túnicas de rebateo permanecerán en sus armarios; no habrá nerviosismo de VÍSPERAS; la Biblia no será representada en las calles de Puente Genil y nuestras queridas imágenes no harán acto de presencia, pero siempre quedará la HERMANDAD, el cariño y el amor por nuestras tradiciones. Solo queda pensar que, tal día como hoy, dentro de 365 días, el Rey de Reyes saldrá por la Calle Casares, y todo esto habrá servido para pensar, recapacitar y querernos más.
¡Viva el Grupo, viva El Terrible y viva nuestra Semana Santa!
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