La mañana despertaba como otra cualquiera de un Sábado cualquiera. Esta vez, me encontraba aún en Málaga, ocho y media de la mañana y esos pequeños retoños que circulan en mi casa desde hace cinco años ya estaban con la máquina funcionando. “Venga desayuna que nos vamos para el pueblo, venga recoge”… entre tanto, otros quehaceres se entremezclaban para acabar la mañana. A la hora del vermut aparezco por nuestro bendito pueblo con la cara de un niño el día de la Cruz.

La tarde de este Sábado se hizo eterna, pues el cuartel no celebraba ninguna junta, lo que la noche fue totalmente lo contrario, faltaron horas en el reloj. Teníamos muchas ganas que llegara la tarde-noche para acudir de nuevo al cuartel, aunque esta vez, con triste paso nos dirigimos primeramente a despedir al padre de un hermano nuestro, que el Señor y la Virgen lo tengan en su santa gloria.

A eso de las ocho y cuarenta y cinco minutos, como hombres de ejército, firmes y decididos pasamos al Sanedrín para dar comienzo al 2º Sábado de Tentaciones.

No os voy a contar lo que allí se vivió, explicar lo que allí hicimos, pues casi dos horas de tapeo se tornan inolvidables como cada Sábado, suerte tuvo el que pudo asistir.

A la hora marcada por el presidente, éste entregó el mando y guía en la calle, nuestra alpatana, nuestro hermano Antonio Ruiz y yo fuimos los elegidos para servir un Sábado más ese fino que nos acompaña para hacer más entrañable la subida y bajada, donde cuarteleras y copas se escucharon una vez más.

A la misma hora de siempre, el caldo reposa en la mesa para dar tregua a lo vivido en la calle y ser atacado por estos soldados. Cantos y cuarteleras llenan el espacio entre el plato y la entrega de la pata. Llega el momento y el presidente comienza la exposición de motivos. Momento de nervios para todos. Pero esta noche, a medida que avanzaba éste, ya se vislumbraba el nombre de este hermano. Con los nervios que me caracterizan, mi cuerpo y mi mente se hacen uno para sentir esos nervios como propios.

Ya hacía muchos años que no tenía el honor de levantar una pata, como bien dijo el presidente. Entre la emoción y nervios, me levanto pensando de qué manera dirigirme a la mesa, siempre tan difícil y con una responsabilidad aún más grande en ese momento.

Agradecido a Javi Delgado por otorgarme tal reconocimiento, sólo me queda agradecerle a la mesa, también por ser como son, por formar un cuartel que cuando se une es capaz de lo que se proponga, somos capaces de hacer una mesa de cuartel antiguo, como me gusta, guardar y hacer guardar nuestras tradiciones desde nuestra mesa hasta cuando salimos con Los Doctores. Siempre con sencillez y trabajo, la Sentencia podrá seguir por el camino que va, bebiendo de la fuente de nuestros mayores, aquellos que nos enseñaron a caminar por la senda correcta. Esta casa se sustenta en tres pilares fundamentales, que a la vez son valores inquebrantables de sus hermanos; trabajo, responsabilidad y cariño permanente al
hermano.

Feliz donde estuve, eché de menos mi casa, feliz donde estoy y por siempre vuestro seré. Os doy las gracias aún con el corazón encogido.

¡Viva la Sentencia de Jesús!

¡Viva los Doctores de la Ley!

«…Feliz donde estuve, eché de menos mi casa, feliz donde estoy y por siempre vuestro seré…”

Javier Urbano Estepa

Hermano de la Corporación

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